Problemas (Primera Parte)

domingo, 11 de abril de 2010

Cuando pequeños, si perdíamos el oso de peluche o queríamos el biberón, era tal nuestra desesperación que llorábamos y gritábamos hasta que alguien nos ayudara.

¡Qué problema!

Aún de niños todo era felicidad al jugar con la pelota, hasta que ésta llegaba a perderse o quedar inservible.

¡Qué problema!

Llega la adolescencia y con ella mil preguntas ¿quién soy?, ¿por qué nací aquí?, ¿qué será de mi futuro?, ¿por qué soy yo y no soy otra persona? Tratar de averiguar la respuesta…

¡Qué problema!

La escuela, las materias por los suelos. Además nos enamoramos, no se sabe qué hacer, que decir, ni cómo actuar.

¡Qué problema!

Pasan los años, como profesionista se tiene un trabajo que no paga lo justo. El haber estudiado toda una vida parece inconforme con lo que se recibe ¡No es posible! La vida independiente reclama la felicidad como cuando se era adolescente; entonces no había preocupaciones, ni tantas responsabilidades. Había casa, comida, y ropa.

¡Qué problema!

Ahora una familia, no resulta fácil y para colmo problemas en casa. Antes se construían castillos en el aire, se soñaba con ser millonario y famoso y el mundo estaba a nuestra merced.

¡Qué problema!

Los años pasan y dejan huella en nuestro rostro ¡Qué suerte poder gozar de salud! Si la tuviéramos seríamos las personas más felices del mundo, haríamos tantas cosas que a esta edad es imposible.

¡Qué problema!

¿Qué pasa ahora? ¡No se sabe donde está! Hace tiempo que morimos, pero, en realidad seguimos existiendo… tarde nos dimos cuenta de que la vida era más sencilla de lo que parecía, quejándonos de todo, sintiendo que todo era un problema.


Nos impusimos el peor castigo que se podía imponer el ser humano:

NO DISFRUTAR DE LA VIDA

Nunca supimos que en realidad no existen los problemas. Nosotros los creamos cuando no vivimos intensamente cada momento y aprovechamos cada día para ser más feliz con lo que ya tenemos.


El no darnos cuenta de esto, ¡Qué problema!



Creer en el Destino

domingo, 4 de abril de 2010

Quizás alguna vez hemos pensado que todo cuanto pasa en la vida tiene una razón de ser y que cada cosa y persona se encuentran en el sitio que de alguna manera les ha sido definido, es decir, que  todo gira en torno a un concepto que nosotros mismos hemos llamado “destino”. Creer que existe el destino, conlleva a hablar de metas y como resultado pensaría que cada persona tiene un camino ya establecido y una misión que debe llevar a cabo, a lo cual no le veo mucho sentido porque está limitando nuestro paso por la vida, por ejemplo, suelo escuchar personas que dicen “Este trabajo era mi destino” ó “El destino lo quiso así”.

Es sensacional darse cuenta de las actividades que nos hacen sentir bien, de las que nos hacen crecer y ser mejores, pero a la vez siento que saber nuestro destino o encontrar nuestro “camino en la vida”, significa hacer una pausa en nuestro recorrido por el mundo. Pienso que siempre hay algo mejor de lo que conocemos y que no sabíamos que lo estábamos perdiendo hasta que lo encontramos, y una vez que lo hacemos, nos damos cuenta de que hay algo aún más grande y significativo. Nunca dejamos de descubrir y de ahí que la vida nos dé cada sorpresa…

El día de hoy no creo al cien por ciento que exista  algo que rija mi camino y mi paso por ésta historia llamada “Vida”, a decir verdad no espero siquiera encontrarlo. De lo que si estoy completamente convencido es que con nuestras acciones y decisiones, día a día vamos trazando la ruta que nos llevará a la meta de todo aquello que queramos lograr y al conseguirlo… comenzaremos de nuevo a dibujar caminos, itinerarios sin fin.